La humilde cebolla siempre presente y a veces solo valorada cuando falta. La realidad nos demuestra que lleva con nosotros mucho tiempo, son los griegos y romanos la que la traen a la cuenca mediterránea, pues proviene de Asia Central. Se la considera una de las primeras plantas cultivadas.
Hoy sabemos valorarla por sus aportaciones saludables. Rica en minerales y oligoelementos como el calcio, cobalto, magnesio, cloro. Dispone de una potente capacidad contra el reumatismo y las infecciones. Siempre ha sido reconocida por sus efectos contra resfriados, bronquitis, tos y gripes.
Culinariamente es básica en nuestra cocina mediterránea incluso como producto base del plato. La jugosidad que tiene permite cocinar con poca agua y aceite. Las numerosas variedades que utilizamos hoy por sus diversos matices de color, texturas, tamaños e incluso sabor nos lleva a desarrollarla en otros apartados por sus nombres específicos e incluso locales. Mencionar la cebolla roja de Bedoya en Liébana (Cantabria), la Chalota, el tipo francés de guarnición, la blanca dulce (con algunas famosas denominaciones).