La patata nueva tiene una temporada tan corta que la da más valor culinario.
La patata nueva ha sido siempre de los primeros productos frescos que anuncia el buen tiempo, los días más largos, la primavera. Fácil de identificar por su piel fina que se arranca con la uña, por su color blanquecino amarillento, por su presencia brillante, fresca al estar llena de agua. Son patatas nuevas al haber sido recogidas de la tierra antes de su momento natural de maduración, lo que hace que tengan un calibre menor. Las patatas nuevas son más delicadas, bastante vulnerables a los golpes, con una capacidad de conservación más breve que el de una patata vieja. La patata nueva al tener más agua y no estar madura los valores de sus nutrientes suelen ser menores y por tanto más ligera respecto a la vieja, que los tiene más concentrados y pesados.
La frutería El Vergel Cántabro está percibiendo en los últimos años una retorcida competencia a la patata nueva nuestra, de Málaga, por patatas lavadas viejas, con apariencia de nuevas, muchas de ellas de importación, que provoca un segundo fraude con el resultado del plato. La patata nueva tiene un tiempo tan corta, que realza sus valores culinarios. Al freírla su color es menos amarillo, más tirando a un blanco saltón y con una textura más crujiente. Ideal para freír, para ensaladilla, para crear purés frescos, para tantas cosas.